Mérida, Yucatán, 24 de julio del 2022. Horst Bendix acumula más ideas que años. Y eso que va ya por los 92. Tras una larga carrera como ingeniero a cargo de investigación y desarrollo en Kirow, fabricante germano de maquinaria pesada, Bendix decidió hacer lo que mejor se le da: buscar soluciones sencillas a problemas complejos.

 

 

No le arredraba la edad, ni las dificultades o el tamaño del reto y cuando se jubiló, en 1995, decidió volcar todo el bagaje que le habían dado sus años de estudio en un desafío de calado. A finales de los 90 empezó a pensar en cómo usamos la energía eólica y, sobre todo, en las enormes turbinas que utilizamos para generarla. ¿Había alguna forma de mejorarlas, de ganar eficiencia?

 

 

El viejo ingeniero estaba convencido de que sí y durante diez años buscó la mejor forma de lograrlo: investigó, reflexionó e hizo pruebas hasta diseñar una turbina de gran altitud que, al menos en base a las pruebas realizadas hasta ahora, ofrece unos niveles de eficiencia notables. De hecho, ha sido la Agencia Federal para Innovaciones Disruptivas (Sprin-D) alemana la que se ha encargado de dar a conocer tanto su peculiar diseño como la aún más peculiar e inspiradora historia de Bendix.

 

 

El ingeniero se centró en uno de los grandes problemas de los aerogeneradores, su tamaño. Cuantos más altos son más fácil lo tienen para beneficiarse de las rachas de viento fuertes y constantes que soplan a altitudes elevadas, pero más difícil resulta lidiar con el peso de la góndola.

 

 

Con su diseño actual, si quisiéramos estirar las torres de los aerogeneradores nos arriesgaríamos a hacerlas demasiado inestables. Eso sin contar con que la factura de su construcción se dispararía. ¿Cómo solucionarlo? ¿Cómo lograr torres capaces de alcanzar alturas aun mayores?

 

 

Para Bendix la solución estaba clara. Había que repensar el diseño de partida. Por supuesto es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero al jubilado de Leipzig, curtido en la industria y universidad alemana y acostumbrado a lidiar con maquinaria pesada, la perspectiva no le asustó. Hoy tenemos el resultado: un diseño que aplica algunas innovaciones importantes a las torres convencionales.

 

 

La principal, quizás, es la reubicación del generador.

En vez de alojarlo en la góndola, tras las palas, el prototipo de Bendix lo traslada a la parte inferior, lo que significa que la torre puede alcanzar mayor altura sin que vea disparado su peso. Allí, en la base, se instalan varios generadores conectados con la parte superior a través de un ingenioso sistema de correas. “La masa ya no aumenta desproporcionadamente a su altura”, explican desde Sprin-D. La estructura está fabricada además con tubos de acero estándar que ayuda a abaratar costes.

 

El diseño de Bendix permitiría alcanzar una altura de buje de 250 metros —algunos medios alemanes apuntan que el ingeniero aspira a cotas aun más amplias— y lograr “un mayor rendimiento energético”. “Con un sistema tan grande a una altura de buje tan elevada, puedes cosechar más de 20 a 30 gigavatios hora al año. Con uno convencional, por ejemplo, diez”, comparte Frank Zeulner, experto en el sector, en declaraciones recogidas por Trends der Zukunft.

 

 

Sprin-D apunta además que el diseño reduce el peso de la torre en un 50% y recorta un 40% la inversión. “Esto no es solo innovador desde un punto de vista tecnológico; también es alentador desde el punto de vista económico y geopolítico: la reducción de los costos de fabricación reduce drásticamente los costos por megavatio hora de energía generada”, reflexiona la agencia.

 

 

Los prototipos del ingeniero alemán muestran además como la turbina ya no descansa en una única torre, sino en una especie de trípode, dotado de una columna vertical y dos apoyos. Los diseños que divulgados por Sprin-D parecen de hecho peculiares copias caseras de la Torre Eiffel.

 

 

Ahora su objeto es pasar del papel, las maquetas y prototipos de la realidad.

Según detalla el periódico Bild, la primera demostración podría lograrla en su propia tierra, en Leipzig. Empeño no le falta su creador, que a lo largo de su carrera ha logrado un doctorado, ejerció de profesor universitario, acumuló 60 mejoras e innovaciones industriales e incluso se encargó del diseño de grúas para la extracción de lignito en la antigua República Democrática Alemana.

 

A sus 92, tiene más ganas que años.

Fuente: www.xataka.com