Mérida, Yucatán, 7 de abril de 2023 (ACOM).-Como cada año, en Semana Santa, sobre todo el Viernes Santo, la pasión, la esperanza y la fe se desbordan en las representaciones de la crucifixión de Jesucristo en Pacabtún, en el Centro de Readaptación Social de Mérida y, especialmente, en el municipio de Acanceh.
Miles de feligreses católicos escucharon las últimas palabras de Jesús: “Consumado es…”, mientras una nube aparentemente ensombrecía el ambiente, entonces el terror invadió a los soldados romanos que habían atormentaron al hijo de Dios.
Poco importó a la gente el calor de 36 grados. Recurrió a sombrillas, bolsas y botellas de agua, a refrescos gasificados, a los llamados “bolis” para aguantar la “vía dolorosa” del inclemente sol, y para no perder detalle alguno de estas escenificaciones, que ya son tradicionales en Yucatán.
PACABTÚN
En la era de la tecnología, los niños más pequeños, con sus teléfonos móviles, se encargaron de transmitir la Viacrucis de Pacabtún, visto por centenares de personas, a través de las transmisiones en vivo.
Este acto de fe, fue organizado, como cada año, por la parroquia de Cristo Rey Santa María Guadalupe, Santuario del Divino Niño.
La gente no perdió detalle de las tres caídas de Cristo y del momento en que Poncio Pilato se lavó las manos para exculparse por el sacrificio de Jesús, a cambio de la vida del ladrón Barrabás.
Las personas caminaron bajo el lacerante sol, sorteando automóviles, bicicletas, triciclos, a fin de estar cerca de los artistas.
CERESO
En el Centro de Readaptación Social (CERESO) de Mérida, Jesucristo fue crucificado al lado de auténticos ladrones, estafadores y hasta asesinos, que en calidad de internos, purgan condenas por sus delitos.
Ahí, la escenificación estuvo a cargo de 50 internos, como se viene organizando desde hace 25 años. Según el director del centro penitenciario, Francisco Brito, los internos demostraron “devoción, esperanza y fe”.
El mismo espíritu, tal vez generoso, mostraron en total otros 500 internos que se sumaron “en bola” para seguir toda la vía dolorosa de Jesús. Esta representación inició a las 10:30 de la mañana y terminó por la tarde.
Fue un hecho “consumado” correctamente porque los internos fueron preparados durante tres meses por un sacerdote para representar correctamente las tres caídas de Jesús. También aportó su experiencia la pastoral sacerdotal del penal.
La Secretaría de Seguridad Pública otorgó 149 servicios de apoyo para procesiones y eventos religiosos en la vía pública, reflejo de la fe que hay entre los católicos yucatecos.
ACANCEH
En Acanceh, a una distancia de 30 minutos de Mérida, los ojos atónitos de los niños no daban crédito de los latigazos auténticos que Andrés Medina (Jesús) recibió en plena espalda, mientras sus manos se encontraban atadas a un madero.
En la escenificación, los soldados romanos se burlaron de él, además de flagelarlo, le rasgaron las vestiduras, le impusieron una corona verdadera de espinos, un manto púrpura y un cetro de madera.
Le gritaron: “Eres el rey de los Judíos”. Poco antes, Poncio Pilato y Herodes hicieron la farsa de un juicio, en la que terminaron por liberar al ladrón Barrabás, que fue llevado ante el juzgador en una celda jalada por dos caballos.
Luego, nadie perdió detalle, tal vez la gente hasta se aguantó el suspiro, cuando Jesús cayó de rodillas cargando la pesada cruz, que venía arrastrando desde hacía media hora por las calles de Acanceh.
Ésta fue la octava representación de Cristo por parte de Andrés Medina y fue también la escenificación número 43 en toda la historia de Acanceh.
Después de tres años de representar la crucifixión de forma remota (sólo transmisiones en vivo), ahora la gente atestiguó, bajo el sol, lo que fue el sufrimiento de Cristo por la humanidad.
Se calculó la asistencia de cinco mil personas. Las calles de Acanceh estuvieron llenas de gente de la misma comunidad y de municipios vecinos, de la capital, y hasta extranjeros.
Todo terminó para Jesús frente a las pirámides de los Mascarones. En ese lugar se levantaron tres cruces y en pleno sol.
La gente observó cómo un soldado atravesó con una lanza el costado de Cristo para confirmar su muerte. Fue también un sufrimiento real para Andrés Medina, quien tuvo una preparación mental y física para este momento histórico en su vida.
El grupo cultural y parroquial Renacimiento se llevó otro “Oscar” por la actuación del equipo. Se trató de tres horas y media de dramatización, que a ratos parecía tan real como narran la escrituras.
El telón cayó en el momento de la resurrección y con ello, terminó el “calvario” de los actores.